Hoy vuelvo a sentir profunda tristeza. Hoy he vuelto a encontrarme con la desazón; ese sentimiento de ausencia que parece absorberte y retorcerte el alma. ¿Dónde está? ¿Qué ha pasado con ella? ¿Dónde ha ido? ¿Se la han llevado?
Cae la oscuridad, reina el silencio y la quietud, contengo el aliento. La sangre se detiene. Todo mi ser permanece inmóvil, agarrotado, como niño al que desprevenido le atrapa un grito. Se para el tiempo, se apangan los sentidos, sigo caminando. Un paso, dos, tres… ¿Dónde está mi alma?
Una lágrima, otra y miles más son su único rastro. Las persigo. Empiezo a sentir dolor,- debe de estar cerca- me digo. Silenciosa y encogida en la oscuridad la encuentro; la observo; la abrazo.
Canta un llanto profundo, suave, sereno. Pronto deja de haber lágrimas pero sigue habiendo llanto.
La intensa luz del sol, silenciosa, va albergándose en mi pecho. Me hace entrecerrar los ojos, me obliga a respirar de nuevo. Recupero los sentidos, el humor, el alma… Vuelvo a empezar de cero.
Texto: María López Aragón
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