Casi constantemente y sin saberlo, nuestros pacientes (y sus necesidades) nos llevan a situaciones que nos exigen superarnos como profesionales y como personas. Nos plantean enigmas que nos obligan a salir de nuestra zona inicial de confort, hacia el abismo de lo desconocido. Por suerte somos de naturaleza aventurera y tras un primer segundo (o dos) de pánico inicial, asumimos los retos que nos plantea el día a día de manera constructiva y entusiasta. ¡Ojo! que esto dicho así, alegremente, puede parecer tarea fácil, pero nada más allá. Lo que aquí os planteo es un ejercicio de confianza en toda regla: confianza en uno mismo, en la persona que tienes delante y en el cosmos, destino, energía o ser superior en el que creas. En otras palabras, encarar la vida de la manera que os propongo, supone un acto de fe en sí mismo.
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